Siempre hemos hablado de la importancia y la presencia de las maquetas en varios ámbitos, pero hasta ahora no nos hemos parado en la figura que hay detrás. Tan valioso es el resultado de un proyecto como las manos que lo llevan a cabo. Así que hoy vamos a dedicar un espacio a los maquetistas, para comprender mejor qué hacen y cómo lo hacen.
Como pasa con cualquier profesión, antes de convertirse en maquetista profesional, hay que formarse. Existen numerosos cursos, grados y talleres donde enseñan todo lo relacionado con este oficio. Pero también existen muchos modelistas que llegaron a serlo tras estudiar carreras como arquitectura o diseño industrial. Y, como no, también están los que hacen de su afición su profesión y pasan de las manualidades a formar parte de grandes proyectos.
En un taller de modelismo es prácticamente imposible trabajar solo. Es necesario formar un equipo para desarrollar cualquier tipo de proyecto profesional, sobre todo, si se trata de una propuesta urbanística. Diseñadores, arquitectos, promotores inmobiliarios, ingenieros… Todos estos perfiles se unen con el maquetista para dar como resultado unos planes de construcción que se materializan en una maqueta que marcará la decisión de llevar o no el proyecto a la realidad.
El trabajo del maquetista se ha ido modernizando bastante con el paso de los años. Hace tiempo (no demasiado) los modelistas podían considerarse artesanos que construían pequeñas obras con la ayuda de dos herramientas principales: sus manos. Actualmente, esta profesión se hace más precisa, más tecnológica y, en definitiva, actualizada. Han llegado las impresoras 3D que facilitan el modelado de las piezas. También cortadoras láser que no tienen margen de error. Diseños virtuales que calculan la dimensión y las medidas al milímetro. Pantallas, leds y otras tecnologías que hacen que la maqueta se presente de forma dinámica e interactiva.
El desarrollo de la profesión depende mucho del sector donde se aplique. Para un maquetista que se dedique a los modelos arquitectónicos, tener más o menos trabajo va a depender mucho de la construcción y el sistema inmobiliario. Cuando explotó la burbuja inmobiliaria en España, los maquetistas sufrieron las consecuencias tanto como las constructoras. Por eso, siempre es indispensable reinventarse y adaptarse a los nuevos tiempos, donde las nuevas tecnologías son la clave del presente y lo seguirán siendo en el futuro.
Pero la arquitectura y el urbanismo no son los únicos sectores donde tiene cabida la presencia de un modelista. Las películas siguen necesitando efectos especiales tradicionales a pesar del avance del diseño gráfico. Las reconstrucciones a pequeña escala son partes fundamentales de museos y colegios, y ayudan a comprender la historia. Incluso, pueden ser la obra principal de un museo, donde el maquetista deja de ser un trabajador y se convierte en un artista.