La maquetación es un elemento fundamental en arquitectura ya que es una herramienta que no solamente permite conocer de forma visual el diseño de un proyecto, sino que va mucho más allá. Al ofrecer un análisis de los espacios, de las distintas características constructivas y de las formas de concebir tales proyectos.
Frente al dibujo bidimensional y estático, la maqueta ofrece esa visión de conjunto en tres dimensiones, haciendo posible contemplar el proyecto a escala desde cada uno de sus ángulos, para poder modificarlo o adaptarlo en caso de que sea necesario.
La maqueta: un instrumento eficaz en cualquier proyecto
A lo largo del tiempo, el uso de la maqueta ha ido variando, los grandes arquitectos de la antigüedad han recurrido a esta para estudiar y analizar de forma exacta grandes proyectos. Y algunos de fama mundial como Gaudí, preferían la maqueta y sus volúmenes antes que el papel, que se utilizaba meramente como un formalismo para conseguir los permisos administrativos.
Así, los diseñadores modernos se han dado cuenta del gran valor que aportan las maquetas en las fases de desarrollo, llegando a tener tanta importancia como los propios planos. Precisamente por ello han pasado de las llamadas maquetas estéticas, que tenían una función poco útil, a maquetas funcionales, al entender estas como una unidad de trabajo fundamental, que puede incluso llegar a actuar como una radiografía del proyecto a desarrollar.
En este sentido, es necesario reconocer que este instrumento ofrece grandes ventajas no solo útiles al arquitecto, sino que, además, supone un gran ahorro económico y de tiempo. En este sentido, la maqueta debe actuar complementándose con el dibujo, ya que no lo sustituye, sino que amplía la información y le da profundidad y sensación de realidad a toda la obra, algo que unos planos nunca podrán conseguir.
Contar con una visión tridimensional resultará de gran eficacia para cualquier proyecto, ya que permitirá al equipo de trabajo tener una visión integral de todo el conjunto, haciendo que se perfile mucho mejor el proyecto y surjan nuevas ideas sobre la maqueta, que de otra forma no se darían. Además, el diseñador podrá ayudarse enormemente de esta para ajustar el proyecto, mejorando el costo beneficio y reduciendo los tiempos y por tanto, el gasto.
Además, se contará con todas las vistas y perspectivas, haciendo surgir nuevas ideas y ampliando las posibilidades del proyecto notablemente. También la maqueta sigue jugando un papel fundamental en la presentación del proyecto, lo que hará que los clientes puedan tener una visión muy próxima y bien formada de lo que será la obra real.
En definitiva, la maqueta arquitectónica ha pasado de ser un instrumento estético a convertirse en una herramienta fundamental del proceso arquitectónico de cualquier edificio, aportando utilidad, eficacia y ampliando enormemente las posibilidades de una obra.